No aceptaré que el universo crea que soy una
pobre inocente, cuando en verdad soy culpable de tener bajo mi custodia el
secreto de saber actuar ante mi público ignorante.
No aceptaré que el mundo crea que tiene el
derecho a pararme los pies o de intentar demostrarme lo soñadora que soy, pues mis pensamientos son tan realistas que la palabra amor, para
mí, es un mito de fantasía.
Pero aceptaré vencida que las personas crean que mi
optimismo supera todas las preocupaciones y temores. Pues solo les permito
crecer en esa ignorancia para que jamás me vean derramar una de esas miles de
lágrimas amargas, que cada noche anegan mis ojos tristes ante mis miedos y
pesadillas.
Nunca permitiré que ellos tengan la
intención de usarme o manejarme como una marioneta sin vida, pues mi alma
adormilada despertará llena de rabia cual bestia feroz y arremeterá enfurecida con
cualquiera que se atreva o incluso piense que tiene el derecho de hacerlo.
Jamás acallaré mis huracanes y tormentas
que batallan en mi mente en cada pensamiento ponzoñoso; sin embargo, amordazaré
esa voz muda que intenta por todos los medios convertirlas en suaves brisas
hasta dejar ese vacío en mi pecho y estómago, el cual poco después se llena de
odiosa culpabilidad.
Siempre pisaré con precisión, con la
barbilla alzada mientras mis ojos observan su alrededor con ese brillo frío y
calculador y una sonrisa vacía creada a partir del engaño.
Me cubriré bajo mi armadura de madera, con
mi escudo y espada de juguete, para engañarme y hacerme creer lo valiente
caballero que soy, con la intención de encender la chispa de la confianza en mí
misma.
Escribo esto con el fin de repetírmelo una
y otra vez sin descanso, aún sabiendo que dentro de escasos segundos, estas
palabras escritas de mi puño y letra serán derrumbadas por el viento
despreocupante que surgirá de mi suspiro conforme ante los sucesos de mi vida,
mientras me vuelvo a colocar de nuevo esa máscara que oculta mis razonamientos y sufrimientos.
Sobri, tienes un premio en mi blog. Besitos.
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